Ya todos pudimos escuchar el impresionante relato final de Victor Hugo cuando el Pincha consigue el campeonato. Ahora, gracias a Juan Pablo, podemos escucharlo y leer simultáneamente este inolvidable momento. Que lo disfruten!
Transcurre señoras y señores,
amigos de Radio Continental,
el último minuto del partido.
Sacó de cabeza Alayes.
La busca Leandro Benítez.
La busca marcado por Franzoia.
La gana Franzoia, dejó para Palermo.
Palermo que se la da a Franzoia
(era Gago el que la ganó).
La busca Franzoia. Entró por la izquierda, lo cierran.
Sigue Franzoia: tiró al arco, al primer palo, afuera.
Con tres compañeros adentro.
Levanta las manos La Volpe como diciendo:
“no te puedo creer que pateaste al arco, muchacho.
Había tres esperando el remate hacia atrás”.
Cuarenta y nueve minutos treinta.
Los jugadores de Estudiantes corren alrededor de Pezzota.
“Es el campeonato Pezzota, esto ya se terminó Pezzota”.
Ahora va a sacar el arquero, todo Estudiantes en su campo;
mientras va Maggiolo y todos miran al árbitro.
Y la pelota sale de la cancha,
y es lateral para Estudiantes de La Plata.
Estudiantes es campeón.
Ya levantan los brazos los jugadores,
no pueden más de la impaciencia.
Levanta los brazos Pezzota.
Estudiantes de La Plata -arrodillados sus jugadores,
con los brazos agradeciendo al cielo sus hinchas-
es el campeón del Torneo Apertura 2006,
al cabo de una de las más fabulosas gestas,
hombradas, epopeyas, episodios heroicos,
que el fútbol pueda dar cuenta en los tiempos modernos,
si acaso, en toda su historia.
Perseguidor infatigable.
Alcanzó la línea de Boca y en la final, en el mano a mano,
demostró aún cuando el partido le era desfavorable
que es el mejor equipo del momento en el fútbol argentino.
Y Boca que tuvo tantas chances de ganar,
tres exactamente,
quizás la menos considerable como tal,
esta frente a Estudiantes de La Plata,
pero dos muy claras:
bastaba empatar contra Belgrano y contra Lanús.
Se queda masticando la rabia más grande de su vida
porque este campeonato que le era todo suyo,
es el festejo de las confundidas camisetas de Estudiantes
con los chalecos de los fotógrafos.
Hombres que van hacia la cabecera que da a la Capital Federal
para festejar un triunfo que
tuvo todos los condimentos y toda la grandeza.
Es Estudiantes de La Plata, aquel del 4 a 3 a Platense.
Es Estudiantes de La Plata, aquel que una noche
resurgió frente a Gremio y empató 3 a 3 con 7 jugadores.
Es Estudiantes de La Plata aquel,
del gol increíble del “Tata” Brown frente a Vélez en el ´82.
Es Estudiantes de La Plata,
base y catapulta del campeonato mundial de 1986.
Es un grande grande de la historia del fútbol argentino.
Que ahora con su arquero colgado del travesaño
y los jugadores apretujados entre policías,
carteles de publicidad y fotógrafos, festeja
con una hinchada que al pleno sol que cae desde el Oeste,
festeja agitando sus banderas;
entregando la más grande pasión que se pueda tener.
Caravana de la victoria:
los de Estudiantes que esperaron afuera,
pensando que podían participar de la caravana,
lo bien que hicieron.
Unas dos o tres mil personas afuera del estadio,
que no tenían entradas, pero que lo mismo vinieron,
para participar de la caravana
que fue de la esperanza a la una de la tarde,
y que es caravana de gloria en el retorno de 60 kilómetros
hasta la ciudad de La Plata.
La capital de la provincia de Buenos Aires
es la capital del fútbol,
una vez más gracias a Estudiantes.
Pocos registros ya no en el fútbol argentino, sino mundial,
de una escalada tan vigorosa, de una persecución tan increíble.
Un ciclista que en el repecho más grande se pone a perseguir al líder.
Y mete y mete, se para en los pedales,
y gana y gana metros.
Hasta que, cuando llegan a la raya, cuesta señores:
y hay que definir en este embalaje de 90 minutos
que ha hecho suyo Estudiantes de La Plata.
Dirán los del hipódromo: “caballo que alcanza, ganar quiere”.
Alcanzó Estudiantes de La Plata, y ganar ha querido.
Lo quiso toda la tarde; salió de la impalidez,
la perplejidad y la sorpresa
que le provocó ese gol de Martín Palermo a los 4 minutos,
cuando todo estaba en frío.
Supo lucharlo, buscarlo de todas las maneras.
Erigió a Bobadilla en una de las figuras formidables del partido.
Hasta que el “Príncipe” Sosa,
con aires de un auténtico “reyecito”,
puso la pelota en el ángulo superior derecho;
en uno de los tiros libres más impecables del año y de los años,
para superar a Bobadilla
que hasta ese momento parecía invulnerable,
y decretar el empate cuando Estudiantes de La Plata más lo merecía.
Y desde allí en adelante, prueba cabal de quién es el mejor,
Estudiantes que se llevó por delante a Boca.
Y en una pelota larga,
un poco fuera de contexto como aquel gol de Palermo
en el arranque del partido.
La pelota pica y va hacia el área,
y Pavone que siempre es un monumento a la fe.
Y el zaguero Cahais que duda,
y el arquero que sale un poco tarde
porque había confiado en su zaguero.
Y Pavone la levanta por arriba de Bobadilla.
La pelota que sube tres metros y no caía nunca.
Cabeceaban los hinchas de Estudiantes desde la tribuna,
cabeceaba Verón acompañando la jugada;
hasta que Mariano Pavone se elevó medio metro
para poner de cabeza la pelota sobre el palo izquierdo,
desairando la fenomenal estirada de Morel Rodríguez
en la línea del arco para evitar ese segundo gol
que ya era la victoria, la conquista,
y la vuelta olímpica
que todavía Estudiantes de La Plata no ha dado.
Honor ante Estudiantes de La Plata.
Grandiosa campaña para su gran historia.
Una foto que seguramente será de las más importantes,
sino la más trascendente de la historia de Estudiantes de La Plata.
Se muere la tarde,
el sol solamente rebota en la tribuna de Estudiantes
como si fuera una metáfora: el sol es para los campeones.
Y los campeones festejan en la tribuna.
Es la gente de Estudiantes de La Plata
que dentro de media hora iniciará
la más fantástica caravana de la victoria,
para incursionar por lo que es la Capital,
y por lo que luego es la provincia,
para llegar hasta la misma, hasta la capital
y diagonales mediante llegar al corazón de la ciudad,
para ese festejo que empezó el otro día
cuando Lanús le ganó a Boca y
cuando Estudiantes de La Plata le ganó a Arsenal.
Ahí están colocando algo como si fuera un escenario,
para que los jugadores de Estudiantes de La Plata suban
a recibir el premio, la copa, las medallas,
el honor, la distinción,
el reconocimiento que se han merecido en toda la línea.
No ganó Estudiantes de La Plata por los imponderables del fútbol.
Ha ganado Estudiantes
por los cabales del equipo que tiene más resto físico,
más confianza, más fe, menos discusiones internas,
menos situaciones de enfrentamientos
entre hinchas, técnicos y jugadores.
Ganó Estudiantes de La Plata por el monumento a la fe,
ganó por los goles del “Príncipe” Sosa y de Pavone.
Pero ganó en los cabezazos del “Tata” Brown,
en aquella noche del ´82.
Ganó en la base de Miguel Angel Russo, del “Tata”,
de Sabella, de Trobbiani, de Ponce,
en aquel fantástico equipo del ´82.
Ganó con el corazón que llevó a la Argentina
a ser campeón del mundo en 1986.
Ha ganado Estudiantes de La Plata,
en una de las más tremendas hombradas que recuerde el fútbol del país.
Salud campeones.
Salud Estudiantes.